La nueva ciencia de la identidad
Más que nuestra firma, huella digital o incluso voz, nuestra cara es la forma más fundamental de identificación. Con la tecnología ahora capaz de capturar, analizar y comparar datos sobre la distancia entre la frente y el mentón, o el contorno de las cuencas de los ojos, tomamos la aplicación del reconocimiento facial de manera muy personal. Y con razón. En la economía en línea, donde la actividad se realiza de forma remota, la autenticación e identificación confiables pueden ser difíciles de lograr. Un correo electrónico no es una prueba de identidad segura, las personas olvidan las contraseñas y los PIN, razón por la cual la atención se ha dirigido a alternativas biométricas y al potencial del reconocimiento facial.